¿Qué factores ponen un niño en riesgo de trastornos de conducta alimenticia o conductas alimenticias desordenadas?

Por: Jose Nicolas Murgueitio

Nicolas Murgueitio es becario UNC CEED 2022 y estudiante de posgrado en el Departamento de Psicología y Neurociencia en UNC Chapel Hill. (To read in English click here)

Como estudiante de posgrado en psicología del desarrollo he pasado el verano pensando en cómo investigar los trastornos de la conducta alimenticia (TCA) desde una perspectiva de desarrollo. Esto significa no solo pensar que factores del desarrollo (p.ej., conductas, ambiente) pueden contribuir al desarrollo de estos trastornos, pero también como un psicólogo del desarrollo puede contribuir al campo. Típicamente en psicología del desarrollo no estudiamos trastornos, pero precursores o factores de riesgo (p.ej., temperamento, miedo, regulación emocional, conexión social, biomarcadores) de psicopatología. Por esta razón he decidido escribir este blog sobre los factores de riesgo que ponen a los niños en riesgo de desarrollar un TCA o conductas alimenticias desordenadas.

TCAs como la anorexia, bulimia, trastorno por atracón, y trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos, son trastornos caracterizados por la perturbación de conductas alimenticias, que, por ende, llevan a pobres resultados de salud y bienestar social (American Psychiatric Association, 2022). Padres y otros cuidadores primarios se preguntan cuáles son los factores de riesgo para el desarrollo de TCAs, y si se puede hacer algo para evitarlos. La respuesta corta es que aún tenemos mucho aprender. La respuesta larga es el tema de este blog.

Empecemos por definir que es un “factor de riesgo.” Un factor de riesgo es algo que aumenta la probabilidad de desarrollar cierto rasgo (p.ej., conductas alimenticias desordenadas) o enfermedad (TCA). Si decimos, por ejemplo, que la ansiedad infantil aumenta la posibilidad de desarrollar un TCA después, no estamos diciendo que todos los niños con ansiedad desarrollaran un TCA. Tampoco estamos diciendo que todas las personas que desarrollan TCAs tuvieron ansiedad infantil. Lo que estamos diciendo es que aquellas personas con ansiedad infantil tienen mayores posibilidades de desarrollar un TCA que los que no tuvieron ansiedad infantil.

Ahora, examinaremos la evidencia de algunos de los varios factores de riesgo que han sido estudiados alrededor de los TCA. El acoso escolar, o bullying—relacionado a la apariencia personal—parece estar relacionado al desarrollo de TCA (Lee & Vailancourt, 2018; Lie et al., 2019). Un interesante estudio encontró que el acoso relacionado al peso en niños y adolescentes estaba asociado con conductas alimenticias desordenadas como alimentación emocional, y que aquellos con afecto negativo tenían más probabilidad de mostrar este tipo de conductas (Rubin et al., 2021). Otro estudio reporto que personas con bulimia y trastorno por atracón experimentaban más acoso digital, verbal e indirecto durante sus años formativos que aquellas personas sin TCA (Lie et al., 2021). Interesantemente, no solo son aquellos niños que son acosados los que están a mayor riesgo de desarrollar un TCA, pero también sus acosadores. Un estudio, en particular, encontró que los acosadores tenían mayor riesgo de desarrollar una sintomatología relacionada a la bulimia nervosa y preocupación con comer. Este estudio también investigo a aquellos que eran tanto acosados como acosadores, y encontró que tenían mayor riesgo de desarrollar anorexia (Copeland et al., 2015). Varios estudios han podido implicar el acoso escolar como un factor de riesgo para el desarrollo de TCA, no solo para las víctimas, pero también para los victimarios.

Varios estudios se han enfocado en “síntomas internalizantes” como factores de riesgo para TCA. Este es un término amplio que cubre experiencias internas negativas, como la tristeza, miedo, soledad, que están relacionadas a los trastornos internalizantes como la ansiedad y la depresión (Levesque, 2011). Varios estudios han reportado que los síntomas internalizantes están relacionados con conductas alimenticias desordenadas y TCA en una variedad de edades (Aime et al., 2008; Lee & Vailancourt, 2019; Schaumberg et al., 2018). Por ejemplo, un estudio con niños de 9-11 años encontró que síntomas de ansiedad, pero no de depresión, estaban relacionados a conductas alimenticias desordenadas (Thomas et al., 2020). Investigaciones recientes han demostrado que ha habido un incremento en síntomas internalizantes y prevalencia de TCA en adolescentes de 14-15 años (Cerniglia & Cimino, 2022). Síntomas internalizantes durante la niñez también han sido asociados con la severidad en anorexia, individuos con anorexia que tenían mayor miedo y ansiedad durante la niñez tienen índice de masa corporal menor que aquellos sin estas sintomatologías (Dellava et al., 2010). Como psicólogo del desarrollo, estas y otras investigaciones parecidas resaltan la importancia de la relación entre síntomas internalizantes con no solo ansiedad y depresión, pero también con los TCA.

Síntomas físicos como malestares gastrointestinales durante la infancia también pueden estar relacionados al desarrollo de TCA (Kerr et al., 2021). De hecho, se ha sugerido que dolores gastrointestinales tempranos pueden aumentar la vulnerabilidad a desarrollar anorexia mediante condicionamiento visceral aversivo (Zucker & Bulik, 2020). Los niños que experimentan manifestaciones físicas de ansiedad tenían mayor probabilidad de tener un TCA durante la adolescencia, específicamente bulimia (Schaumberg et al., 2018). Otro estudio de mujeres con bulimia reporto que aquellas con una historia de síntomas gastrointestinales durante la niñez su enfermedad inicio antes y tenían síntomas de atracón más severo en comparación con pacientes sin una historia de síntomas gastrointestinales historia (Gendall et al., 2005). En estudio de gemelos en Suecia reporto que estreñimiento prolongado y diarrea durante la niñez y adolescencia está asociado con conductas alimenticias desordenadas subsecuentes (Wiklund et al., 2019). Evolutivamente, estos trabajos sugieren que necesitamos monitorear cuidadosa y cercanamente síntomas físicos y mentales para desarrollo modelos de riesgo de los TCA.

Muchos otros factores de riesgo han sido identificados en relación con los TCA, pero estos tres son de particular importancia para los que nos enfocamos en el trabajo durante la niñez. Identificar maneras de interrumpir mecanismos de riesgos que tienen el acoso escolar, síntomas internalizantes, y síntomas físicos en los TCA puede mejorar estrategias de prevención. Entender los perfiles individuales de riesgo también puede ayudar a individualizar tratamientos y potencialmente interrumpir los mecanismos que mantienen los TCA.

References

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